Me llamo Saray, nací en un pueblo muy pequeño de Gran Canaria, donde el olor a salitre se siente desde las puertas de los hogares. Y desde hace muy pocos años, vivo en Madrid.
Me acompañó mi gata de 10 años, y ahora somos dos gatos, un perro, y 90m cargados de plantas.
Estudie Bellas Artes, pero la vida da tantos giros de tuerca, como amaneceres. Y acabe adentrándome en la botánica, compaginándolo con mi trabajo en animales. A través de la nutrición y actividades asistidas.
¿Puedes contarnos un poco sobre tu cuenta de Instagram?
Intento que a través de mi Instagram se proyecten hábitos saludables, desarrollando pequeños consejos, experiencia, y conocimientos que he adquirido, y otros tantos que actualmente adquiero, y me parece una plataforma increíble para dar rienda suelta a nuestra creatividad y hacer partícipe al mundo, de nuestras inquietudes.
Mi abuela tenía un invernadero donde los domingos se convertía en una de cal y otra de arena, ponernos al sol con el sombrero de paja, y recolectar tomates. Y cuando acabáramos —horas después—, me recompensaba entrando en su huerto. Y ahí nació mi pasión por las plantas.
Ella me enseñó que no están para embellecer sino que esconden unos beneficios y que por algo están. Lo que causó que hoy, sea fitoterapeuta, y que las utilice tanto en la salud del bienestar de los míos, como de los animales.
¿Cómo se puede conseguir una Monstera bien frondosa?
Principalmente el bienestar de una Monstera radica en la luz. Si le prohibimos el beneficio de la claridad, la fotosíntesis no sería posible, y con ello transformar un sustrato inorgánico en materia orgánica rica en energía. Para lograr ese color tan vivo, y el peculiar crecimiento de sus hojas.
Muchos tendemos a colocar este tipo de planta exótica, en lugares estéticos de la casa, donde apenas le da luz, y lo que conseguiremos es unas hojas oscuras, provocando que se arruguen sus bordes, y ocasionarle manchas, debido a que el sustrato no lograría secarse del todo.
Vale, debes escoger entre una única planta en el mundo. ¿Con cuál te quedas?
Mi planta favorita es el Poto. Planta con la que he crecido, la primera que heredé de mi abuela y me enseñó a cuidar. Es capaz de embellecer cualquier rincón por muy podredumbre que fuera, eso es maravilloso.
Además que cuando su crecimiento logra el efecto enredadera, aún más me impresiona. Tiene la capacidad de liberar tóxicos de la atmósfera. Realmente se siente su potente poder purificador. Aunque no esté mi casa invadida de este ejemplar debido a su toxicidad en animales. Les recomiendo tenerla en las alturas, fuera de su alcance.
No siempre tengo la misma rutina. Porque hay semanas que me dedico a unas, que conllevan unos cuidados muy distintos que las otras.
Pero soy muy estricta con sus cuidados. Es la base de que fluya su salud, y por ende la nuestra. Están para mejorar tu oxigeno, la calma, transmiten seguridad, su su apariencia es saludable.
Lo primero que hago es analizar sus hojas, su color y textura. Ahí detecto si necesitan agua en ellas, o no. En cuanto al sustrato siempre lo palpo con mis dedos, y comprobar si drena al suelo, ya que tendemos a echar agua sin antes analizar, y provocamos un exceso de agua innecesario.
Nunca dejo las hojas con agua posada en ellas, en las plantas de hoja grande. Provocaríamos un desorden en su epidermis foliar, e impediríamos que su clorofila haga efecto con el sol, y como consecuencia saldrían manchas, incluso quemaduras.
Y por último, si veo que las hojas comienzan a tener un color inusual (amarillo) o rizarse entre sí. Detecto falta de potasio, y es cuando realizo un fertilizante casero a base de cáscaras de plátano, y una vez al mes le echo este abono orgánico.
P.D. Sigue a Saray en su universo plantil y aprende de una gran mano verde a través de su Instagram