Cuando se trata de plantas hay dos tipos de personas: los olvidadizos y los padres sobreprotectores. Los del primer grupo son los que olvidan por completo que deben regar o atender sus plantas, incluso pueden olvidar que tienen plantas. Los del segundo grupo son los que están siempre revisando sus plantas, poniéndoles abono, tocándolas y regando. Lo irónico del asunto es que ambos terminan con el mismo resultado: plantas muertas. Aunque no lo creas, el exceso de afecto y atenciones con tu planta puede resultar igual de fatal que el olvido, incluso hasta peor.
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Uno de los problemas más comunes es el exceso de agua. Es posible que estés siguiendo las instrucciones que te dieron sobre el riego al pie de la letra, pero tu planta sigue sin crecer y más bien parece que está a punto de cruzar el arcoiris. Lo que sucede es que las instrucciones de riego suelen ser más bien referenciales, pues la cantidad y frecuencia de riego dependerán incluso de factores medioambientales. Pero no te preocupes que estamos listos para enseñártelo todo. Aprenderás cómo saber si riegas tu planta en exceso, cómo rescatarla y cómo evitar este error a futuro.
Signos de que estás regando en exceso
- Tallos caídos y pesados
Tu planta luce marchita y decaída, pero cuando tocas el sustrato está húmedo. Es extraño, porque la planta luce verde, pero triste y con los tallos pesados. De hecho, tocas las hojas y lejos de sentirse secas o crujientes, está como pesadas y tristes. Debes prestar atención a la base del tronco, que está en contacto con el sustrato, porque es la primera parte en podrirse.
- Hojas marrones
Las hojas se ponen marrones cuando las raíces no pueden satisfacer la demanda de humedad de la planta, entonces comienzan a distribuir lo que logran conseguir para mantener los procesos más básicos, dejando de lado las partes más altas y alejadas primero, que comenzarán a secarse y el tejido eventualmente morirá. Esto ocurre cuando no riegas lo suficiente, pero si riegas demasiado, ahogarás las raíces que no podrán absorber bien el agua y tendrás el mismo efecto porque en ambos casos se afectan las raíces. Debes estar pendiente de as puntas de las hojas, que son las primeras en sufrir.
- Edema
La raíz de la planta es una máquina eficiente que absorbe agua para suplir las necesidades de la planta. Pero si tiene demasiada a su disposición, entonces la presión del agua comienza a acumularse en las células de las hojas. Estas células explotan, formando una suerte de ampolla que parecen lesiones. Estas lesiones se abre y crecen unas formaciones granulosas que parecen verrugas. Esto se ve mucho en hortalizas, hojas de suculentas y otras plantas. No supone un daño muy fuerte por si sola, pero si que afea la planta y sus frutos.
- Hojas amarillas que caen
Este es uno de esos signos típicos que casi todo el mundo reconoce de entrada. Las hojas y tallos de la planta lucen amarillentos, pesados y de color claro. Como si fuera poco, la planta deja de crecer y desarrollarse. El color amarillo de las hojas tiene nombre: clorosis y ocurre cuando a la hoja le falta clorofila, que es lo que le da el pigmento verde. Al no haber suficiente clorofila, la planta deja de sintetizar la luz solar, es decir que no hace la fotosíntesis así que no podrá alimentarse y morirá.
- Raíces podridas
Este síntoma no se aprecia a simple vista, sino que tendrías que extraer la planta de la maceta. De todas formas, presta atención a la base del tallo, pues se oscurece y se pone blando. Cuando el sustrato permanece húmedo por demasiado tiempo, entonces se crean las condiciones perfectas para que ciertos hongos proliferen y hagan de las suyas. Algunos hongos como el Pythium, Fusarium y Phytophthora crecerán felices y a sus anchas en terrenos poco drenados, arcillosos, con exceso de riego y pobres en oxígeno.
Los primeros síntomas de la pudrición de raíces son hojas amarillas y tallos caídos. Si sacas la planta del sustrato y miras las raíces, notarás que son de color marrón, se ven viscosas y huelen a podrido, a humedad y moho. En este punto, el daño es irreparable. El gran problema es que si la planta está en el suelo o comparte macetero con otra, el hongo contaminará el sustrato y puede propagarse a otras plantas. Es una enfermedad que se expande.
Rescata una planta que ha sido regada en exceso
Es importante que tengas presente que no todas las plantas que han sufrido por exceso de riego pueden salvarse. De hecho, es mucho más sencillo recuperar una planta que se ha secado por falta de riego que una por exceso; y es que demasiada humedad atrae hongos y otros problemas que afectan las raíces de inmediato. Si este es el caso y la planta muere, se recomienda tirarla con todo y sustrato pues estará contaminado de hongos y es posible que permanezcan ahí hasta que siembres una nueva planta. Si vas a conservar la maceta, no olvides lavarla muy bien con agua y jabón.
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Lo primordial cuando intentas salvar una planta que ha sido regada en exceso es actuar rápido. No dejes pasar demasiado tiempo y pon manos a la obra con estos primeros auxilios para rescatar plantas ahogadas:
- Aunque tu planta sea de pleno sol, muévela a un lugar cubierto. Se que el primer instinto es poner la planta al sol para que se seque, pero esto agravará el problema. Lo que sucede es que cuando está en la sombra, una planta usará menos agua por lo que las raíces dejarán de absorber el exceso de agua que está en el sustrato y que es lo que causa problemas como el edema.
- Asegúrate de que la maceta tenga agujeros de drenaje y que el agua tenga forma de salir. Si está sobre un platito para retener el agua, sácala de allí y permite que drene libremente.
- Toma la maceta, inclínala y dale golpecitos para soltar el sustrato. La idea es que si el sustrato está casi sólido por el exceso de agua, al moverlo estás creando burbujas de aire ayudarán a secarlo con mayor rapidez, además de permitir que la raíz reciba un poco de oxígeno.
- Si el tamaño de la planta lo permite, puedes pasarla a una maceta nueva con sustrato fresco y nuevo. Esto permitirá que las raíces crezcan en un nuevo ambiente que le dará los nutrientes y el oxígeno que necesita, eliminando de inmediato el exceso de humedad que puede comprometer la salud de las raíces.
- Deja que el sustrato seque y se evapore con naturalidad. Riega sólo cuando sientas que está seco al tacto. No esperes demasiado tiempo porque este extremo le producirá un choque adicional y más estrés a la pobre planta. Si durante el proceso de espera ves que la planta está secándose mucho, puedes rociarla o pulverizarla con un poco de agua fresca.
- Evita usar abonos en una planta que está en proceso de recuperación por exceso de riego, pues las raíces están vulnerables y puedes causarle quemaduras de fertilizante. Una vez que notes que la planta ha reanudado su proceso de crecimiento, tiene hojas nuevas y se ve mejor podrás reanudad el ciclo de abonos.
- Puedes usar un fungicida de amplio espectro, sólo como prevención pues el exceso de humedad es el terreno perfecto para el crecimiento de hongos que pueden alojarse en las raíces y matar tu planta.
- Una vez hayas tomado todas estas precauciones, podrás saber si la planta lo logrará o no en un periodo de una semana más o menos.
Cómo evitar regar en exceso
El secreto para no tener que lidiar con el terrible resultado del exceso de humedad es uno solo: la prevención. Además, proveer la cantidad precisa de agua no sólo previene problemas en tu plata, sino que resulta mejor para el ambiente pues no estás desperdiciando agua. Hay unos cuantos truos para asegurarte de que lo estás haciendo bien:
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- Escoge las plantas adecuadas: si bien es cierto que puedes cultivar casi cualquier cosa con los cuidados adecuados, lo ideal es escoger las plantas que mejor se adapten a las condiciones medioambientales naturales de tu espacio y a tus necesidades particulares. De hecho, puedes buscar plantas que crezcan en agua si eres de los que no puede dejar la regadera quieta.
- Usa el sustrato adecuado. Emplear el sustrato adecuado para el tipo de planta que cultivas es fundamental para prevenir problemas con la retención de humedad que pueden afectar cierto tipo de plantas. Si has adquirido plantas que prefieren suelos secos o bien drenados, como las suculentas o similares, es mejor mezclar el sustrato con un poco de perlita o arena, que facilite su drenado. Un buen truco es usar en el fondo de la maceta una capa de piedrecillas, guijarros, arcilla expandida o pedacitos de Polixpán para facilitar el drenaje.
- Locación, locación, locación. Igual que cuando compras un piso, la locación lo es todo para las plantas. No sólo debes ofrecerle la cantidad de luz que requiera, sino que es recomendable agruparla con otras plantas que tengan necesidades de riego similares. Puedes crear 3 grupos: las que requieren riegos frecuentes, las de riego moderado y las que prefieren que las dejen morir de sed. Esto te ayudará a añadir estructura a tus horarios de riego, además que entre ellas balancearán sus niveles de humedad ambiental.
- Conserva la humedad. La única vez que tuve problemas por exceso de riego fue porque tenía unas plantas a pleno sol y el sustrato se secaba muy rápido. Me daba terror que murieran las plantas, así que regaba con demasiada frecuencia y estuve a nada de matarlas. La solución para esto es muy simple: proteger el sustrato. Una capa de mantillo vegetal previene a evaporación por el sol además de mantener la temperatura del suelo más fresca, aún en verano. Dependiendo del mantillo que elijas, podrías incluso prevenir los encharcamientos.
- Utiliza el autoriego. En nuestra tienda tenemos valiosos accesorios para regar automáticamente cualquier planta. Así, te puedes olvidar de horarios y cantidades, puesto que las plantas tomarán el agua justa que necesiten. También puedes utilizar sensores de humedad que indican cuando es el momento perfecto para regar.
- No confíes ciegamente en las instrucciones de riego. Estas dan una idea general de las necesidades de la planta. Pueden indicar si les gusta el suelo seco, húmedo o con mucho drenaje, por ejemplo. Se trata de directrices para guiarte, pero no son reglas que tienes que seguir al pie de la letra. El problema del riego es que la cantidad de agua que necesita una planta depende de las condiciones ambientales. Por ejemplo, no es lo mismo regar una planta en pleno verano que en invierno. Por lo tanto, siempre hay que observar el sustrato, sus niveles de humedad y el tiempo que pasa antes de que se seque, y ajustar las instrucciones de riego en función de las necesidades de la planta y del espacio.
- Evita regar cada vez que veas una planta decaída. A veces, sobre todo en verano, las plantas pueden parecer un poco deprimidas y marchitas durante las horas de más calor. Esto es normal y, en cuanto el ambiente se enfríe, recuperarán su aspecto. Las plantas se marchitan por diversas causas, por lo que es mejor hacer un diagnóstico que utilizar la regadera. Cuidado con las plantas dramáticas como la Phytonia, la Albahaca y otras que se desmayan fácilmente ante cualquier cambio ambiental que les cause estrés.
- Comprueba antes de regar. Me gusta coger un palillo de madera (como los desechables que te dan en los restaurantes asiáticos) y sumergirlo en el sustrato antes de regar. Esto me da una idea del estado de humedad del sustrato, porque si me basara sólo en los primeros centímetros del sustrato, podría regar en exceso porque la parte profunda del sustrato aún está húmeda.