La superficie de nuestro planeta se caracteriza por la variedad de sus paisajes: desde selvas tropicales a inhóspitos desiertos. Es lógico pensar que en cada uno de ellos se dan condiciones distintas para el desarrollo de los seres vivos.
En lugares con temperaturas templadas y lluvias abundantes, proliferarán plantas con buena altura y grandes hojas. ¿Pero qué ocurre con aquellas que crecen en zonas en las que los termómetros se derriten? Pues que, como cualquier otro ser vivo, ¡se adaptarán al medio! Modificarán su tamaño para optimizar los recursos y almacenar agua en las raíces, hojas y tallos.
Una de las más conocidas especies de estas auténticas supervivientes son las suculentas una categoría que comprende multitud de familias y géneros, repartidas por todo el globo. Como cada vez están más presentes en nuestras casas y jardines, hoy hablaremos de los cuidados de las suculentas. ¡Lee con atención nuestra guía de consejos útiles para su cuidado!
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Suculentas: Descripción, cultivo y cuidados
Resulta difícil especificar un origen y definición exacta para las plantas suculentas. No aparecieron en un único sitio ni tienen elementos en común más allá de los antes mencionados. Las diferentes familias no tienen relación genética entre ellas ni un antepasado común. Simplemente, fueron surgiendo en distintas partes del mundo y sus procesos evolutivos las llevaron a desarrollar capacidades similares por separado.
Precisamente a este rasgo sorprendente es al que las suculentas deben su enorme variedad. Podemos encontrarlas en todo tipo de formas y colores. Esto, unido a su capacidad de adaptación, las convierte en una elección perfecta como elemento decorativo de nuestro hogar. ¡Podrías decorar toda tu casa sólo con suculentas sin repetir ninguna de sus infinitas variedades!
Las familias más famosas de suculentas son las aizoaceae, cactaceae, crassulaceae y euphorbiaceae, con más de 1000 especies cada una.
Aunque hay muchas diferencias entre ellas, los cuidados que todas precisan son bastante similares. Hablemos de ellos.
Cuidados generales
Las suculentas, acostumbradas a vivir en los rincones más inhóspitos y hostiles del planeta, han desarrollado una extraordinaria resistencia. Esto facilita en gran medida las tareas de mantenimiento.
- Luz y ubicación
Lo primero que necesitan son grandes cantidades diarias de sol. No de forma directa (aunque determinadas especies pueden soportar la exposición solar directa), sino en lugares bien iluminados donde tengan claridad natural.
En interiores, es muy recomendable ubicarlas cerca de ventanas o en galerías. Si, por el contrario, prefieres disfrutarlas como plantas de exterior, búscales zonas donde estén protegidas del impacto directo del sol.
La incidencia solar directa, especialmente en épocas de altas temperaturas, puede acabar con sus reservas de agua e incluso quemarlas. La ausencia de luz natural también dificulta su correcto desarrollo.
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- Suelo
Estas plantas exigen tan pocos cuidados que ni siquiera precisan una buena tierra. Por el contrario, aprecian un suelo sin grandes aportes de minerales ni nutrientes. Un sustrato básico universal, con unas piedrecitas que mejoren el drenaje, o bien uno específico para cactus, será más que suficiente.
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- Temperatura
Debido a su origen y características, las suculentas no sólo soportan, sino que necesitan las altas temperaturas. Pero sorprendentemente, también resisten temperaturas reducidas. Dependiendo de la especie, podrán hacerlo en mayor o menor medida. Las temperaturas ambientales del interior de las viviendas serán perfectas para ellas.
Cómo cultivar suculentas
- Riegos
Gracias a sus reservas de agua pueden soportar largas sequías y “abandonos” temporales. Pero por muy resistente que sean, al fin y al cabo, se trata de seres vivos, y si no les proporcionamos alimento morirán. Por tanto, hemos de regarlas de forma moderada, sin excesos que provoquen encharcamientos que puedan ahogarlas. Los riegos han de ser espaciados y la cantidad de agua, reducida. Como pauta general, la frecuencia de riego puede ser de una vez a la semana en verano, y quincenal en invierno.
No necesitan condiciones especiales de humedad.
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- Fertilizantes y abonos
Como no precisan una gran cantidad de nutrientes, bastará con diluir una pequeña cantidad de fertilizante en el agua de riego. Se recomienda hacerlo de forma mensual durante los meses de primavera y verano. En otoño e invierno estas plantas suelen entrar en un periodo de reposo. Si continuamos fertilizando, el abono podría acumularse en el suelo y ocasionar daños a la planta.
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- Trasplante
No tiene necesidades especiales. Cuando el tiesto sea demasiado pequeño para contener las raíces, habrá que moverla a uno mayor. La primavera es la mejor época para ello.
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- Plagas
No existen plagas ni parásitos específicos que afecten a este tipo de plantas. Sin embargo, eventualmente podríamos detectar la presencia de la cochinilla, muy habitual en numerosas especies.
Este diminuto insecto se manifiesta en forma de pequeñas manchas en la cara inferior de las hojas. Puede causar graves daños si no se trata a tiempo. Las manchas serán de tono marrón o blanquecino, dependiendo de si el ataque se debe a la cochinilla parda o a la algodonosa. Para erradicar la infección, moja un trozo de tejido en alcohol metílico y pásalo por las hojas. En plantas más grandes, puedes eliminarlas con esponja y jabón neutro. Si la infección persiste, aplica directamente un producto químico específico.
- Poda
No es muy habitual podar las suculentas. Lo que sí es conveniente es ir eliminando las hojas que vayan marchitándose para evitar que se conviertan en foco de parásitos.
La enorme variedad y gran resistencia de las suculentas, además de su rara belleza y el potencial que tienen para ser utilizadas como plantas decorativas, convierten a esta especie en elementos imprescindibles de nuestro hogar. ¡Combínalas como quieras y disfrútalas en todo su esplendor tanto en el salón como en el rincón más especial de tu jardín!