Amas tus plantas, las cuidas con mimo y esmero. Todo va perfectamente bien hasta que un día notas que hay como una pelusilla blanca sobre el sustrato de una planta. Parece algo pequeño, casi despreciable y 24 horas después notas que tu planta está completamente cubierta con esa misma sustancia blanquecina. Antes de que corras a por un bote de lejía, vinagre y un cepillo, hoy te explicaremos con detalle todo sobre el moho en la tierra de las plantas. Aprende a identificarlo, entender cómo y por qué sale, si es peligroso para tus plantas y cómo debes actuar.
¿Qué es el moho?
“Moho” es un término bien genérico que aplicamos a diferentes tipos de hongos que viven en la materia orgánica formado por diversos organismos microscópicos. Crece en lugares con mucha humedad y prospera en diferentes superficies. Contribuyen a descomponer la materia muerta y reciclan nutrientes. Los tipos de moho más comunes en el medio ambiente son el Cladiosporum, Penicillium y Aspergillus. Se reproducen a través de esporas, que viajan a través del aire, el agua y hasta en los insectos Cuando llegan a un lugar con las condiciones adecuadas, comienzan a multiplicarse.
Como ves, no todos los mohos son iguales. Hay unos que causan problemas de respiración y alergias en las personas sensibles, pero otros puede tener efectos positivos para tus plantas. Lo importante es aprender a identificarlos para saber cómo debes actuar.
¿El moho es peligroso para las plantas?
Los seres humanos tendemos de forma instintiva a huirle al moho, porque nuestra experiencia con estos está relacionado a consecuencias negativas: alergias, problemas respiratorios y daños en las superficies son algunos de sus efectos. Pero cuando se trata de plantas, el resultado puede ser completamente distinto. Hay hongos que son beneficiosos para el crecimiento vegetal.
El moho puede ser del tipo saprofítico, es decir, que consume materia orgánica en descomposición. Como resultado de este proceso, el moho descompone este material en minerales más simples que son de gran valor para el suelo. Cuando se hace compost, básicamente estás invitando a que el moho y bacterias saprofíticas se encarguen de devorar esos desechos. Por ejemplo, la especie Trichoderma sp contribuye al desarrollo de la planta, mientras que el Penicillium o Aspergillus se encargan de descomponer la materia orgánica presente en el sustrato, por lo que se liberan varios nutrientes minerales que pueden absorber las plantas.
En lugares como bosques, es importante la presencia de este moho, pues descompone la materia orgánica, además de reciclar los minerales para mantener el bosque en perfecto equilibrio, incluso porque puede contrarrestar la acción y crecimiento de organismos perjudiciales. Pero no todo es color de rosa, porque el moho también puede convertirse en un problema.
En algunos casos, el moho sobre el sustrato luce bien antiestético, además que puede producir olores desagradables; mientras que en algunos casos extremos se pueden producir levaduras. Los efectos no son demasiado perjudiciales, pero si que puede ser el indicador de que debes prestar atención a ciertas condiciones de tus plantas.
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¿Por qué sale el moho en el sustrato?
Las plantas de interior son las que suelen ser víctimas de este pequeño invasor. Pero para que esto ocurra tienen que cumplirse ciertas condiciones que benefician su aparición, porque aunque sean un fenómeno bastante natural, no es visible en todas las plantas de interior. Precisamente por esto mencionábamos que el moho más que un problema puede actuar como una alarma, que te alerta de ciertas situaciones que si podrían ser perjudiciales para tus plantas. Estas pueden ser:
- La planta no recibe suficiente ventilación
Las esporas del moho crecen felices y se multiplican en condiciones anaeróbicas, es decir, en las que no hay mucho aire presente. Tus plantas pueden estar demasiado juntas y esto no permite que el aire circule, por lo que los hongos hacen de las suyas.
- El sustrato no está bien drenado o estás regando demasiado
Las esporas de los hongos viajan por el aire, flotan a cualquier lugar y la razón por la cual no vivimos cubiertos de moho es porque ellas necesitan una condición particular para prosperar: humedad. Cuando un sustrato tiene un drenaje deficiente, no se elimina el exceso de agua con rapidez, así que permanecerá húmedo por más tiempo. Lo mismo ocurre si riegas con demasiada frecuencia. Si ese es el problema, el moho es la menor de tus preocupaciones, porque las raíces de las plantas dejarán de respirar, se encharcan y pudren.
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- No hay suficiente luz solar
Si no permites que la luz del sol llegue a tus plantas (de forma directa o indirecta, como sea adecuado para su especie) no sólo estarás limitando la cantidad de nutrientes que puede sintetizar para alimentarse a través de la fotosíntesis, sino que se creará un ambiente oscuro, húmedo en el que el moho crecerá raudo y dichoso.
- Usas fertilizantes orgánicos
Si agregas fertilizantes del tipo orgánico al sustrato justo antes de plantar o inmediatamente después de plantar, aumentas el riesgo de ver moho blanco en la tierra de tus plantas. Esto no es negativo, todo lo contrario. Recuerda que esta materia orgánica alimentará al moho, que la descompondrá en minerales beneficiosos para las plantas.
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- Hay hojas muertas en la superficie
El moho y otros hongos se alimentan de materia orgánica en descomposición, por lo que si permites que las hojas muertas se acumulen en la parte superior del sustrato, entonces estás dejando el alimento perfecto para estos microorganismos.
¿Cómo luce el moho en el sustrato?
Todo amante de las plantas ha visto pequeñas manchas blancas sobre el sustrato. Muchos se precipitan a diagnosticar una infección por moho, y luego aplican a las carreras cualquier fungicida, lo que podría afectar a la planta. Etas manchas blancas pueden ser sólo depósitos de cal o sal que se forman de manera natural sobre el sustrato. Esto es típico de lugares en los que el agua es bien dura, e incluso pueden formar una película dura en la tierra de las plantas.
La diferencia es simple: revisa cómo se distribuyen las manchas blancas.
En el caso del moho, se crean agrupaciones muy puntuales, pero a medida que se extiende se juntan y pueden cubrir las hojas de las plantas. Las manchas de cal son menos definidas y delimitadas y no crecen con tanta rapidez. El moho también puede identificarse al tacto, porque es una capa húmeda, mientras que los depósitos minerales son secos. Por otra parte, existen otro tipo de mohos saprófitos que se presentan de forma distinta.
El Trichoderma, que es una bendición para tus plantas porque inhibe el crecimiento de otros hongos patógenos (como los que causan la pudrición de las raíces), luce como una mancha blanca bien delimitada en el sustrato, que además pareciera algodonoso. Se distribuye de forma random, sin respetar ningún patrón. Es como si hubiese llovido pintura blanca sobre el sustrato y quedaran las gotas.
El Peziza ostracoderma es un hongo saprófito que parece un polvo amarillento. No lo verás sobre la superficie, sino que se aloja dentro del sustrato. Es completamente inocuo, así que si algún día ves unas manchas amarilla algodonosas dentro del sustrato o un polvo, no te preocupes.
Cómo eliminar el moho en el sustrato
- Airea el sustrato
El moho blanco es una presencia más bien beneficiosa para las plantas, pero para muchos resulta antiestético y si crece demasiado puede generar malos olores; así que es normal que desees deshacerte de este invasor. Dependiendo de su avance, hay soluciones sencillas. Si apenas aparecen unos pocos puntos blancos, puedes mezclar la tierra para airear el material comprimido. Esto interrumpe el ciclo de crecimiento fúngico. También puedes exponer la planta al aire fresco y soltar el sustrato demasiado compacto para secar el sustrato y disipar los olores. Recuerda separar un poco las macetas, para que circule el aire entre ellas.
- Haz limpieza profunda
Si hay demasiado moho y se ha extendido a la planta y maceta, es hora de una limpieza profunda. Extrae la planta con todo y cepellón de la maceta. Sacúdela para eliminar la mayor cantidad posible del sustrato adherido a las raíces. Revisa las raíces en busca de otro tipo de hongo o de daño, como pudrición. El olor es un excelente delator, así que si llegas a encontrar raíces reblandecidas, con mal olor o con signos de infección por hongos, recorta la parte afectada con una tijera desinfectada y procede con el trasplante.
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- Cambia el sustrato y la maceta
Utiliza un nuevo sustrato y una nueva maceta. Si la maceta es reciclada, te recomiendo lavarla muy bien, incluso con un poco de lejía para eliminar cualquier posible foco de infección, no sólo de moho sino de bacterias o cualquier otro patógeno que podría estar presente. El sustrato a usar debe estar bien almacenado, en un lugar con poca luz y seco, en una bolsa o recipiente con drenaje que no admita la acumulación bacteriana o de hongos.
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- Mejora el drenaje de la maceta
Aún cuando estés cumpliendo con las necesidades de riego y humedad, es posible que el sustrato siga excesivamente húmedo por un drenaje deficiente. Esto se puede corregir por dos vías: la primera es mezclar el sustrato con perlita o un poco de arena para mejorar la textura. Otra forma es corrigiendo los agujeros de drenaje, viendo que no estén obstruidos e incluso agregando una capa de guijarros o trocitos de poliespán en el fondo. Si tienes un plato para evitar que el agua del riego llegue al suelo, vacíalo unos minutos después de regar, para que esa agua empozada no encharque las raíces.
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- Utiliza fertilizante orgánico en las proporciones correctas
Si utilizas demasiado abono o fertilizante orgánico, incluso si lo dejas sólo en la superficie sin mezclarlo bien con el sustrato, es muy posible que se llene de moho porque es el ambiente perfecto. Corrige esto usando la proporción adecuada, que suele ser 1 parte de fertilizante por 10 de sustrato. Mezcla bien, la idea es alimentar las bacterias beneficiosas del sustrato para que creen minerales que sean aprovechables por las plantas, sin excederse ya que esto puede atraer al moho.
- Retira el moho y listo
Si, es así de fácil deshacerse del moho en la tierra de las plantas. Sólo necesitas humedecer una toalla de papel y usarla para recolectar todas esas partículas o manchitas de moho presentes en el sustrato. Yo he usado una pala pequeña para retirar esa parte superior del sustrato. Puedes tirarlo a la basura o ponerlos a compostar. Si el moho ha llegado a las hojas de tu planta, límpialas con una toalla de papel húmeda y listo. Como te mencionamos, el moho no es perjudicial aunque si que puede lucir mal.
Recetas caseras contra el moho
Hay quienes no desean ver moho en sus plantas, porque les parece antiestético o porque sufren de alergias severas a este. Para ello puedes usar un fungicida comercial, usándolo en las proporciones indicadas en las instrucciones. Hay quienes se decantan por las opciones caseras, que pueden ser efectivas. Es importante que sepas que no debes usar vinagre directamente en las raíces, porque el moho puede tolerarlo, pero tu planta no. A continuación te presentamos algunas recetas caseras de fungicidas seguros:
- Fungicida casero de ajo. Hierve 2 litros de agua, añade 1 diente de ajo. Deja hervir por unos minutos, apaga y espera que se enfríe. Aplica con un spray en las mañanas sobre las hojas y la parte inferior del sustrato.
- Fungicida a base de leche: mezcla 2 partes de leche completa con 8 partes de agua y 2 cucharadas de bicarbonato de sodio. Mezcla hasta disolver y utiliza un atomizador para aplicar en las plantas una vez por semana.
- Canela en polvo: aunque no lo creas, la solución al moho está en tu alacena de especias. Rocía algo de canela en polvo directamente en el sustrato. Esto no sólo tendrá un olor delicioso, sino que evitará el crecimiento del hongo.